
Laura, ese nombre como me sigue, desde aquella hermosa adolescente de largo cabello rubio que me mandó al carajo por no querer tener sexo, pasando por la punk en el cch, la Laura la que subió 15 kilos, hasta "esta" supuesta educadora. Fue sencillo "involucrarnos", un par de comentarios.. de un: "Juan beat, un apelativo interesante"; con solo intercambiar un poco de ideas sobre los "deseos sexuales", llegamos a un buen acuerdo. La chica "no estaba mal", un poco más alta que yo (ja eso es fácil), morena, cabello ondulado hasta casi los hombros, un cuerpo "envidiable" para cualquier muchachita de veinte años. Vestida con un pantalón a la cadera color negro y su pequeña blusa de tirantes que muy provocativamente dejaba al descubierto su argolla en el ombligo. Karina me preguntó hoy si "era la de los grandes senos", ja y le contesté que no era para tanto, si son "bonitos" los senos de Laura, pero grandes grandes, no no... Que fijación la mía con los senos, no me importan las caderas, las nalgas, las piernas... los rostros , jaaa, pero no se "desde cuando" les tengo cierto afecto. Me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo, dice el poema de Girondo, aunque yo tenía otra versión para Ayesha... Siempre me desvío del tema, el caso es que Laura tenía todo: atractiva, sencilla, sin complicaciones, se bebía sus cervezas, sin embargo, el complicado soy yo, hasta para una "mera satisfacción sexual" involucro sentimientos... ja, así que los recuerdos me abatieron y aunque no pareció problema al principio, el domingo me di cuenta que si; me citó en un lugar para mí no agradable, parece que se adivinó que en aquel parquecito cerca del metro hidalgo las "Baise Moi" mexicanas me asaltaron hace un año por estas fechas, intenté cambiar de lugar, pero por alguna razón muy macabra insistió e insistió, bueno que me podría pasar, quedamos a las 12 pm. Como siempre llegué unos minutos antes, desconfié un poco, el lugar está lleno de chemos y raterillos, di una vuelta por las afueras, pasé por la iglesia de san fernando y cuando sentí esas miradas "de este que busca" por parte de los "habitantes" de aquel parque, preferí esperar en la acera, justo en la parada del bus; estuve 40 minutos, no apareció y caminé a casa, no me importó gran cosa, además llegué a la hora exacta de las luchas, saqué del refrigerador una caña fría, me desnudé, ví mi panzota y con gusto di un gran trago de cerveza.
Hasta hoy, no me interesa buscar más a Laura, creo que es difícil que "vuele de nuevo", quizás tendré que masturbarme más seguído.
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